Las manos del pueblo

Una extraordinaria obra de street art de Martín Ron en Colonia Santa Teresa

La cadencia apacible de Colonia Santa Teresa se combina con aromas, colores y letras que afloran en Refugios de Lectura y en las actividades culturales que tendrán espacio dedicado en una casa emblemática del pueblo restaurada con ese propósito. Y a las tareas de embellecimiento protagonizadas por los obreros y obreras municipales, y las de cuidado en el predio del Club; a las nuevas construcciones y proyectos; a la emoción de tener un Festival Internacional de Cine Documental relevante, ahora se suma un mural homenaje en el centenario de la localidad. Pero no se trata de una pintura más, sino de una obra de Street Art realizada por Martín Ron, uno de los diez muralistas más importantes del mundo.

Aquí estamos porque nos preguntamos: «¿Cómo podríamos rendir un homenaje plural a tantas personas, anónimas en la historia oficial, que durante años y años trabajaron para hacer de este rincón pampa un buen lugar? ¿Podremos —al mismo tiempo—, transformar un pueblo pequeño en referencia cultural?»

Porqué las manos

Este mural, como tal, es una propuesta. Tiene intención: pretende ser un punto de atracción y encuentro. Es un lugar que invita a sentarse y conversar. Por eso, también, es disruptivo: en sociedades que prefieren la conexión digital en lugar de la comunicación real, en contextos que tienden más y más a lo efímero y superficial, un mural que invita a pensar y que convoca a la pausa es casi un gesto revolucionario.

Además, desde lo simbólico, las manos pintadas por Martín reivindican a los cientos de rostros anónimos y su trabajo —bien hecho— para hacer de este rincón argentino un buen lugar. Es una forma artística de rendir honores al compromiso comunitario por construir un legado. Es un homenaje al valor del esfuerzo.

Desde lo pictórico: hay una tensión en ese hilo que se estira y se prolonga en una recta que sugiere un recorrido visual con la triangulación esbozada. El movimiento propuesto hace que la obra sea dinámica y contundente más allá de las dimensiones. La tríada de elementos —bolsa, costura y manos— en composición simétrica, son extraordinarias. La capacidad de Martín, además, para combinar a ojo los colores y lograr los tonos a la perfección, es digna de un talento superlativo. Y ese don se traduce en la fuerza de la imagen.

Desde lo técnico, me quedo con las palabras del autor cuando dice que en sus murales no hay mensajes imperativos o violentos. Que no le gusta ser invasivo. Que sus obras están para ser disfrutadas, para que embellezcan, para que se conviertan en atractivos turísticos.

Y qué bien logrado, Martín.

Al mismo tiempo y desde lo conceptual, es una obra que funciona como hito que señala la memoria colectiva. ¿Qué importa si se trataba o no de un trabajo típico de inmigrantes? Estas «manos del pueblo» proponen la importancia de la diversidad más allá de las tradiciones.

Son manos que cosen, que unen.

Allí guardadas hay semillas, que se cuidan como la esperanza que simbolizan.

Es una gran obra de arte que rinde tributo a la buena voluntad.

Es una metáfora activa; un recordatorio que alude a una característica distintiva del pueblo: aún tenemos la posibilidad de vivir a otro ritmo y encontrar gracia en lo simple.

Así como los haikus célebres connotan una capacidad de observación distintiva, la simpleza del gesto pintado también guarda belleza.

Whitman escribió que «la paz siempre es hermosa».

Cuanto más si está bien retratada y permanece.

(Por Migue Roth )
 

No Comments

Post A Comment